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REFLEXIÓN: La metáfora del ÁRBOL





En Psicología suele usarse la metáfora del árbol para reflexionar sobre lo que se ve a simple vista y lo que está oculto. Algo así como la metáfora del iceberg introducida por Freud para hablar de su teoría del inconsciente. Si nos centramos en la imagen vemos flotando en el agua un gran trozo de hielo, olvidando lo que puede haber por debajo, que muchas veces suele ser más grande que lo visible. Y no verlo no significa que no exista. Es más, esa parte visible no existiría sin lo que está oculto a simple vista, como los grandes árboles que se apoyan sobre sus múltiples raíces que penetran en la tierra.



Volviendo a la metáfora del árbol, esa parte que queda oculta ante nuestros ojos (raíces) almacena todo lo que le ocurre, mientras que la visible (tronco y ramas) recopila y muestra lo que pasa bajo la superficie. Ya que, si viéramos un árbol enfermo, seguramente sea porque no se alimenta bien del subsuelo. El equilibrio entre ambas partes es clave para un árbol fuerte y sano.


Está metáfora suele usarse para explicar el funcionamiento de los trastornos psicológicos, pero también puede servir para explicar la vida cotidiana de una persona.


Partes del árbol.

Raíces: Sin raíz no hay árbol, es la base para que pueda existir todo lo que vendrá después.

Tronco: Indica proceso. Es el camino que conduce a las ramas, mientras que estas irán hasta las hojas y frutos.

Ramas: El resultado del progreso seguido.










Encima de la superficie.

Aquí estaría el tronco, ramas y hojas -e incluso frutos-. Todo lo visible a simple vista, es lo más "simple", por llamarlo de alguna manera. No hay que procesar demasiado ni pensar de más, lo que se ve, es lo que hay.


Aquí podría representarse el comportamiento de la persona o los síntomas de algún trastorno psicológico.


Bajo la superficie.

Siguiendo con la metáfora, todas las raíces que se esconden bajo la tierra sería todo aquello que "no podemos ver", pero existe. Simplemente se deja entrever mediante la observación de la vitalidad del árbol, como, por ejemplo, viendo el estado del tronco y los frutos. En las personas se haría mediante la observación continuada del comportamiento y en su desempeño en el día a día, por si hay algún tipo de cambio notorio. Esta parte es más costosa de predecir y controlar.



En estas raíces entrarían los hábitos, prejuicios, sentimientos, miedos, tradiciones, etc. Por otro lado, también podrían englobar los factores de riesgo (FR) y de protección que la persona posea.


También se incluiría el riego, que es todo lo que alimenta y da fuerzas al árbol. Esta agua representaría las distintas estrategias (e incluso personas de apoyo) que podemos usar ante determinados problemas o traumas del pasado no resueltos. Por lo tanto, podría ocurrir que usáramos estrategias útiles para paliar ciertos FR, o por el contrario, unas estrategias tan desadaptativas que alimenten aun más a los FR, enfermando más al árbol.


Un ejemplo en la ansiedad

El tronco y las raíces es todo lo que nos hace únicos e irrepetibles. Siendo todo nuestro ser, con los aspectos más y menos positivos. Ahora bien, las ramas es todo aquello que enseñamos al mundo. En este caso, todas las ramas expresan en conjunto un trastorno psicológico, como podría ser la ansiedad. Es decir, cada rama expresaría una sintomatología ansiosa, como sudoración, temblores, aumento de frecuencia cardíaca, etc.


Todos estos síntomas son bastante visibles tanto para quien lo padece como para quien lo ve debido a que interfieren en la adaptación del día a día, causándole un malestar significativo que la persona quiere "podar" de su ser. Siendo la farmacología muchas veces la "herramienta" favorita de muchas personas ya que creen que eliminan el problema para siempre.


La persona afectada puede usar ansiolíticos para disminuir esa ansiedad, pudiendo funcionar las primeras veces, pero no es un remedio eficaz. Podemos cortar las ramas, pero volverán a crecer porque hay una raíz que la alimenta a brotar, e incluso pueden crecer más fuerza por resistencia al fármaco si se toma con mucha frecuencia.


Árbol sin hojas

Esta metáfora no se aplica solo a trastornos mentales, también se puede extrapolar a la vida diaria de cada persona.


Todos los árboles al llegar el otoño e invierno pierden casi todas sus hojas, quedando a la espera de un mañana en el que volverá una primavera que dé fuerzas para volver a brotar. Esto mismo ocurre con la vida misma, pueden venir acontecimientos adversos que no siempre podemos controlar ni mucho menos prevenir, como la muerte de alguien cercano, el final de una relación de pareja o un despido en el trabajo. La clave no está en estar inmutable a todo lo que ocurre, algo así como estar siempre florecido, como si las flores y hojas fueran de plástico, sino en construir unas raíces y troncos lo suficientemente fuertes como para volver a brotar. Porque como dice el dicho: tras la tormenta vendrá la calma.


Por ello mismo, por muchas hojas caídas y por mucho que se balancee el tronco, no hay que abandonar y dejarse llevar por las adversidades. Volverá la primavera y vendrán otros acontecimientos más positivos y enriquecedores.


Es parte de la vida estar a veces encima de rueda y otras por debajo como decía Boecio.


Cómo hacer un árbol sano.

Al igual que en la jardinería, una persona sana necesita tener unas buenas raíces que aporten seguridad, estabilidad y cuidado. Todas las estrategias van encaminadas a un buen cuidado de la vida interior para así, como si de un engranaje se tratara, cuidar también la exterior.


Por supuesto, necesitamos de un buen entorno donde crecer fuertes, que sea seguro, rico en estímulos y predecible. Necesitamos enfrentarnos a nuestros miedos, traumas y aspectos no resueltos del pasado. Ya que, si tenemos una buena base, podremos llegar lejos gracias a la confianza y perseverancia que se tendría. La autoestima, autocuidado, inteligencia emocional y responsabilidad afectiva son parte de esos cimientos "internos" necesarios para poder crecer con fuerza, perseguir los objetivos que queramos y conseguir un árbol frondoso lleno de frutos.


Volviendo al ejemplo de la ansiedad, si no se busca ayuda profesional para descubrir que la alimenta de fondo, así como técnicas a usar para relajarnos y reducir sus niveles, es más que probable que si únicamente cortamos los síntomas (ramas) con ansiolíticos, no solo volverán a aparecer con el tiempo, sino con más fuerza.


Por ello, si crees que sufres síntomas que te afectan en tu día a día, busca ayuda para mejorar en tu bienestar y autocuidado.


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