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Sobre emociones: Asco



Imagina lo siguiente. Vas a comer con tus amistades a un bar nuevo, os han hablado muy bien tanto del sitio como de la comida, los precios son razonablemente buenos por la calidad y cantidad de comida. Pides una hamburguesa doble con extra de cheddar y patatas fritas, tus amistades se piden tanto hamburguesas como pizzas. Te traen tu hamburguesa doble, empiezas a comer, pero el cuarto bocado paras. Te das cuenta de que tu amigo de enfrente tiene una expresión en la cara de asco, le preguntas qué le pasa, a lo que este responde: "El trozo de tomate está podrido", te lo enseña tanto a ti como al resto del grupo. Acto seguido os da tanto repelús comer, que ninguno se come la hamburguesa, o al menos tan tranquilamente.


El asco es otra emoción que se suele tachar de negativa (como si hubiera emociones mejores y peores), pero en vez de ese término, habría que usar el de desagradable. Ya que el asco es necesario para nuestra supervivencia. Si no tuviéramos asco, comeríamos alimentos con moho o nos daría igual tocar las heces de perros callejeros, con la cantidad de gérmenes y bacterias que supondría esto para nuestro organismo (¡Ya solamente de pensar en ambas situaciones me da asco!).


¿Qué es el asco?

El asco es una de las seis emociones básicas según Paul Ekman (junto con el miedo, ira, alegría, sorpresa y tristeza). El asco es otra forma de reacción que tiene el organismo de protegernos ante elementos que pueden ser dañinos para nosotros, resultándonos repugnantes y asquerosos. Ejemplos básicos de cosas que nos den asco pueden ser la comida podrida, las ratas y fluidos corporales de personas o animales (como orina y heces). Otras situaciones que pueden derivar en asco es el contacto con cuerpos muertos, olores fuertes y desagradables, así como la falta de higiene.


Percibimos estímulos repugnantes por medio de los sentidos de la vista, gusto y olfato.


Resulta curioso que en el asco intervienen dos leyes:

  • Ley de similitud: Lo que sea similar a lo que nos dé asco, también nos dará asco. Por ejemplo: Si te dan asco los ratones, es muy probable que también te lo den las ratas.

  • Ley de contagio: Procuramos que aquello que nos da asco NO toque ningún otro elemento que sí nos guste. Por ejemplo: Si vemos en el frigorífico un tomate podrido, procuraremos sacarlo de ahí para que no "contamine" otros tomates.

Cabe destacar que el asco tiene un poder tan potente, que si por primera vez tomamos algún alimento/bebida y al rato nos sentimos mal, achacaremos que será culpa de aquello ingerido y será muy difícil que volvamos a consumirlo. La aversión que se produce es muy intensa y duradera en el tiempo.


¿Qué función tiene?

Su función básica es de supervivencia, alejarse de aquello que pueda suponer un peligro a nuestro bienestar físico. Comer comida en mal estado puede ser perjudicial para nuestra salud, las ratas pueden ser vehículos de transmisión de varias enfermedades, así como el estar cerca o rodearse de orina y heces de animales, puede ser perjudicial para la salud. Además, potencia la higiene y hábitos saludables.



Expresión del asco:

El asco tiene una expresividad muy marcada y diferenciada de otras emociones. Sus manifestaciones las podemos dividir en:

  • Físicas: Malestar gastrointestinal, náuseas, así como aumento de frecuencia respiratoria y cardíaca. Además, en el rostro deja una expresión muy singular, tal como nariz y ceño fruncido y elevación de la barbilla y mejillas. Todo ello para avisar a nuestro entorno que algo puede ser peligroso para nosotros.

  • Cognitiva: Ansiedad, etc.

  • Conductual: Necesidad de huir de ese estímulo repugnante.





¿El asco es un trastorno?

NO, por sí solo no es un trastorno, es una emoción útil y adaptativa. Pero puede pasar que en ciertas personas una exageración en intensidad, duración y frecuencia del asco pueda terminar en fobia. Como podría ser fobia a las arañas o cucarachas, animales que suelen ser portadores de enfermedades o venenos (como algunas arañas). Ahora bien, ¿Cuál es esa línea que divide asco de fobia? Simple, la limitación que suponga para la persona, si interfiere en las actividades de la vida diaria de forma recurrente, diríamos que es una fobia. Por ejemplo, puedes evitar acercarte a ciertos lugares donde sabes que puede haber arañas por asco, pero si un día te encuentras alguna no te supondrá un problema mayor que el de esquivarla y seguir hacia delante. Alguien con fobia a las arañas no podría ni ver fotos de arañas ni pasar cerca de dónde cree que puede haber arañas, preferiría dar un rodeo de cuatro calles si así no viera ni de lejos las arañas que se encuentran en los arbustos de la casa de su vecino.


Actualmente, hay varias investigaciones que intentan encontrar relación entre el asco y el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Hay un tipo de obsesión que es de las más frecuentes en la clínica, el TOC de limpieza/contaminación, en el que quien lo sufre, cree que al tocar cierto objeto "contaminado" (no se refiere a algo podrido o repulsivo, sino a algo tan básico como puede ser el pomo de una puerta) se va a contaminar. Para lucha contra esta obsesión, realiza una compulsión, una forma de luchar contra ese pensamiento (como puede ser lavarse las manos 16 veces). Por ello, varios autores creen que muchos trastornos de ansiedad (y TOC), estarían más ligado al asco que al miedo. ¡Veremos que dice la ciencia sobre ello!


Por otra parte, el asco también puede relacionarse con los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), principalmente con la anorexia y bulimia.


¿Placer por el asco?

Hay muchos niños que parecieran no tener repulsión por tocar cosas asquerosas a nuestro gusto. Sabemos que no todos los microbios son malos, también hay muchos que son buenos para nuestro bienestar físico y sistema inmune. La ciencia afirma que ir detrás de los niños con toallitas desinfectantes e impidiéndoles que se manchen puede ser algo "contraproducente". El sistema inmune necesita interactuar con otros microbios para hacerse más resistente como, por ejemplo, contra las alergias.


Asco y... ¿miedo?

Estas dos emociones parecen compartir mucho. Cuando algo nos da asco, sentimos miedo, y ese miedo es el que hace alejarnos de aquello que es repulsivo para nosotros. Previniéndonos de contacto con objetos peligrosos o de transmisión de enfermedades.


Hacer frente al asco:

No al asco útil y adaptativo, sino al que es patológico y nos limita en la vida diaria.

Entiende al asco. Qué es, cómo funciona, para qué sirve.

Evitar no siempre es bueno. Hay alimentos como las lentejas y los garbanzos que pueden resultarle repugnantes a algunas personas, pero deben de entender que son alimentos saludables e inocuos.

Exposición graduada. Una forma de intentar luchar contra ese estímulo repugnante es acercarnos a él en pasos sucesivos, esto es, que si siento un asco exagerado (o fobia) a las arañas, primero me resultará más fácil ver un dibujo de araña, cuando me habitúe al dibujo, podré verla en una foto real,... y así hasta que pueda tenerla cerca en la vida real sin desencadenarse la respuesta patológica. En el caso de las lentejas, podría empezarse con puré de lentejas o hamburguesa de lentejas.

Terapia psicológica. Si no puedes controlar la reacción física y psicológica que recorre tu ser, busca ayuda profesional.


Asco social:

El asco tiene un componente social, ya que hay culturas donde ciertos colectivos o elementos en concretos pueden causar repulsión, pero no en otras. Un fácil ejemplo son algunos platos de comida de China con ciertos animales fritos que aquí nos parecería asqueroso.


Además, cuando hablamos de la emoción del asco, podemos imaginar comportamientos e ideologías tóxicas como la homofobia y racismo. Esto es, las personas que le tienen asco a gais y lesbianas y/o a personas de distinto color de piel. Muchas veces, este tipo de "ideologías" vienen educándose desde que la persona es pequeña. Sin embargo, también la sociedad impulsa otro tipo de comportamientos dañinos. Cuando alguien fuma o toma alcohol por primera vez, sentirá asco, pero por presión social acabará repitiéndolo hasta que se habitúe y pueda llegar a ser adicto.


Pero también el asco nos protege de otras conductas tóxicas como puede ser el abuso sexual infantil, sólo de pensarlo, sentimos repugnancia. Lo cual puede ayudar a mejorar la sociedad para evitar y castigar a que no se cometan este tipo de situaciones.

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