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Sobre emociones: Miedo


Es una de las seis emociones básicas según Paul Ekman (junto a la tristeza, alegría, ira, asco y sorpresa). El miedo es esa emoción que hace que no crucemos por una autovía repleta de coches, o evita que toquemos el agua hirviendo, o lo que nos activa cuando volvemos a casa por la noche y oímos a alguien detrás nuestra. Además, es una emoción muy presente para todos los animales, les permite sobrevivir. Es quizás una de las emociones más primitivas y potentes.


En resumidas cuentas, el miedo guarda relación con la sensación de inseguridad, una desconfianza a que pueda pasar algo que nos amenace. Produciendo una reacción fisiológica y psicológica ante un peligro inminente que nos prepara. Muy resumidamente es un sistema de defensa para evitar que te mates.


El miedo suele ser una emoción que muchas personas tachan de "negativa", aunque en vez de usar ese término, sería mejor el de "desagradable", por todas las sensaciones tan molestas que nos generan. Todas las emociones son igual de útiles y positivas, aseguran nuestra supervivencia. Por ello, el miedo no es un problema, avisa del problema. Puede ocurrir que no sabemos qué hacer con el problema, o a cuál se refiere. ¿Qué hacer entonces?

¿Qué es el miedo?

Es una sensación desagradable inducida por la presencia de una amenaza física o emocional, real o imaginaria. Nos avisa que los recursos con los que contamos son insuficientes. Podemos temer ser golpeados, no contar con dinero para llegar a fin de mes o no ser digno de afecto por alguien que nos importa.



Lo que para uno es miedo para otros no. Por ejemplo, para alguien que no sabe nadar, las aguas de resaca son una amenaza, pero no lo es para un experto nadador.


La emoción es más rápida que la razón, por lo que, podemos activarnos sin saber muy bien qué hacer o qué pensar.




Arquitectura del miedo

El miedo lo produce un estímulo que se considera como peligroso, ya que puede atentar contra nuestro bienestar. El miedo nace en el cerebro, sobre todo en la amígdala, es como un centro de vigilancia que alerta a todo el cuerpo ante cualquier señal de alarma, disparando sustancias químicas (como la adrenalina y noradrenalina) que nos predisponen a huir o luchar. Entre la activación al cuerpo cabe destacar otras funciones que activa la amígdala, como la paralización del rostro en una expresión de miedo (que no es más que la sangre fluyendo a otros músculos, por eso también el rostro se torna pálido), la atención plena hacia el inminente peligro, inmovilización de músculos que nos sirven para la respuesta de miedo, así como la alta activación de la memoria para recuperar todos los recuerdos que se tengan del peligro presente a modo de recabar la máxima información posible. Es el miedo lo que puede hacer que tengamos más fuerza de la que normalmente tendríamos, como a la hora de correr, o pelear. Es la amígdala la que se ocupa de organizar todo esto de forma automática e involuntaria, dirigiendo parte de la orquesta cerebral, incluyendo como se dijo antes, a la parte racional.


Llegados hasta aquí, podemos entender que el miedo es algo bueno, nos avisa de que hay peligro, así como nos predispone a enfrentarnos a él o huir. Por lo que, su ausencia total sí que sería problemático.


Cabe destacar que el terror es su máxima expresión, es cuando se desbordan por completo todos los recursos para poder pensar de forma racional. Además de esta emoción, el miedo también incluye a: horror, pánico, pavor, ansiedad, desconfianza y fobia.


¿Qué causa miedo?

Podemos reconocer dos tipos de miedo.

  • Naturales: Son esos miedos que traemos "de fábrica" en nuestro ADN. Ejemplo de estos miedos son el miedo a la oscuridad, muerte y a las serpientes. Ya que, a lo largo de nuestra evolución como especie, estas situaciones han amenazado a la supervivencia.

  • Condicionados: Son los aprendidos tanto por observación como por experiencia. Un ejemplo típico suele ser el miedo a los perros en los niños. Si en toda la experiencia con los perros, uno de ellos le ladra muy fuerte o le muerde, puede generarse un miedo a todos los perros. Además, suele ser reforzado cuando los padres dicen frases como: "Es que los perros son así", "No vuelvas a acercarte a ninguno", o así. Reforzando la experiencia negativa anterior.


¿El miedo es cobardía?

La respuesta simple: NO. Muchas personas creen que el resto del mundo tienen las mismas estrategias de afrontación que ellos, entonces cuando ven que una persona no haría algo que ellos sí harían, tachan a la persona de cobarde. No se trata de ser valiente o cobarde, es una cuestión de los recursos que tiene la persona para hacer frente a la amenaza percibida. Si mis recursos tienen un valor de 8 y la amenaza un valor 3, no se conocerá al miedo, pero si los valores numéricos se invierten, se vivirá con miedo.


Hay que tener cuidado de llamar cobarde a alguien, podemos provocar muchísimo daño. Un claro ejemplo es que haga todo lo que le da miedo sólo para demostrar que no lo es, pero sin tener las herramientas necesarias, sólo conseguirá estrellarse y sufrir.


Cabe añadir que no sólo hay que tener los recursos, sino saber que se tienen.


¿Para qué sirve el miedo?

En resumidas cuentas, sirve para huir o enfrentarse al peligro. Por ejemplo, podemos ser lo bastante fuertes como para poder derrotar a un atracador que quiere robarnos, aquí no habría miedo porque nuestros recursos (fuerza y destreza) serían superiores a las del atracador, el cual se ve en poca forma (al menos en este ejemplo). Pero si en vez de uno, hubiera 5 y todos con un cuchillo, la cosa cambia. Sentiríamos miedo y abandonaríamos ese peligro al que no somos capaces de hacer frente, con el fin último de asegurar nuestra supervivencia.

Añadir que no sólo se protege la integridad física, sino también la emocional (autoestima y autoconcepto).


¿Cómo se siente el miedo?

Fisiológico: Palpitaciones (alta frecuencia cardíaca), dilatación de la pupila, sudoración, respiración rápida y superficial, temblores, etc. Todas estas reacciones son involuntarias y predisponen para huir.

Cognitivo: Pensamientos catastrofistas, etc.

Conductual: Huir o enfrentarse a la situación temida.


¿Por qué hay gente a la que les gusta pasar miedo?

Hay personas que afirman sentirse más vivas que nunca cuando pasan miedo, este fenómeno tiene una explicación. Más arriba, en la arquitectura del miedo, se ha nombrado a la amígdala como ese puesto de vigilancia que en caso de (posible) alerta, se ocupa de activar al cuerpo mediante neurotransmisores, como la adrenalina y noradrenalina. Pues bien, estas sustancias también se liberan cuando nos excitamos y tenemos placer. Ocurre cuando el miedo que experimentamos es controlado, es decir, el que sabemos que no nos supone un peligro a nuestra integridad física o emocional. Como cuando entramos a una casa del terror y sabemos que vamos a asustarnos/gritar, pero no vamos a morir.


¿Miedo es un trastorno? ¿Es lo mismo que fobia?

El miedo por sí solo no es un trastorno (aunque suele ir ligado a la ansiedad), es una emoción necesaria y adaptativa, como hemos dicho antes, nos protege. Ahora bien, cuando supera ciertos umbrales de intensidad y duración, el miedo llega a ser una barrera en nuestra vida diaria, interfiriendo y afectando de manera negativa. Esto es, en los casos donde se activa la respuesta de miedo ante estímulos irreales, cuyo origen es imaginado y distorsionado, como el miedo a hablar en público.


Puede confundirse con la ansiedad patológica, aunque el miedo indica una amenaza real e inmediata, cuyo estímulo está identificado. En los trastornos de ansiedad, hay una alta activación, pero en situaciones que no entrañan peligro, como en el caso de las fobias. Aunque en el caso de las fobias, las personas reconocen la irracionalidad y absurdez de estas. También puede dar lugares a ataques de pánico e incluso a depresión.


Una fobia es un miedo, pero muy intenso, persistente y desproporcionado respecto al estímulo fóbico. Aquí el miedo deja de ser adaptativo, se convierte en una tara para hacer muchas actividades que haríamos porque no involucran un peligro real.


Miedo al miedo (ataque de pánico).

Siguiendo el ejemplo anterior de miedos condicionados (el de que nos muerde un perro, y se nos refuerza a tenerle miedo). Si a raíz de ese evento dejáramos de pasar por dónde sabemos que va a estar el perro y a evitar contacto con cualquier perro, el miedo sería claramente patológico e incapacitante. Muchas veces ocurre que el miedo no es tanto al estímulo temido como al conjunto de reacciones que genera en nuestro organismo (sudoración, palpitación, etc.). Esto provoca que la persona esté siempre alerta a cualquier cosa que pueda pasar, lo cual resulta agotador.


¿Cómo vencer al miedo?

No es tanto vencer al miedo funcional, sino al disfuncional para convertirlo en funcional. Todos tenemos miedos, pero cuando este nos paraliza en nuestro día a día y más que ayudar nos afecta, ahí es cuando tenemos que actuar. Porque si no, puede evolucionar hacia un trastorno de ansiedad, fobia o ataque de pánico.

  • Técnicas de respiración: La respiración profunda puede calmarnos, aunque lo ideal es que pruebes distintas técnicas de relajación para ver cuál se ajusta mejor a ti.

  • Analiza al miedo: Es necesario que como si fueras un microscopio, analices tu miedo. ¿En qué parte del cuerpo sientes el miedo? ¿Qué te dices a ti mism@ cuando aparece ese miedo? ¿En qué te centras cuando aparece ese miedo? También cabría preguntarse qué se está sacrificando hacer por culpa de ese miedo. Cuando lo hagas, piensa que es lo peor que podría pasarte de hacer eso que temes. Tras eso, piensa de forma racional si realmente podría ocurrir o no.

A continuación, modifica tu lenguaje, si te hablabas de forma agresiva y despectiva, cambia esas palabras (sé quién mejor hable de ti, proyéctate confianza y motivación). Indúcete a estar en una posición corporal que refleje seguridad (por ejemplo, controla tu respiración) y cambia el enfoque (por ejemplo, si estás temeros@ ante una presentación, piensa en situaciones o personas que te proporcionen tranquilidad).

  • Hábitos saludables: Hacer deporte, comer sano y dormir bien pueden ayudarnos a relajarnos y a ver el mundo de otra forma. ¿A qué cuando te pasas una noche sin dormir no ves el mundo igual que cuando duermes 8 horas?

  • Modificar pensamiento: El miedo siempre estará con nosotros, tenemos que ser capaces de convivir con él (¡cuando no es disfuncional!). Aceptar que siempre tendremos miedos es algo bueno.

  • Exponte al miedo: Siempre que no amenace a tu integridad física o emocional de forma letal (como querer enfrentar el miedo a la muerte, ¡no te mates para enfrentarte a él!). Hazlo gradualmente, el cerebro funciona por repetición, cuántas más veces hagas algo de cierta forma, más fácil será que cuando vuelvas a hacerlo, lo hagas de la misma manera. Rompe los hábitos que sean disfuncionales para hacer otros más adaptativos, no se rompen con una repetición, sino con muchas.

  • Terapia: Cuando no sepas qué hacer o a qué le tienes miedo (porque es un miedo difuso o poco concreto), busca ayuda psicológica. No siempre podemos con todo, nos hace igual de fuertes pedir ayuda cuando no podemos con algo, que poder solitos.



Bibliografía de ampliación:

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