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DEPRESIÓN en niños y adolescentes

Actualizado: 8 may




A día de hoy hablar de depresión no implica referirse únicamente al periodo de la adultez, la depresión puede darse en cualquier periodo del ciclo vital. ¡Sí, incluso en la infancia y adolescencia! Hasta no hace mucho tiempo (década de 1970 aproximadamente) se negaba que este trastorno se pudiera dar en etapas tan tempranas debido a dos situaciones. La primera, no siempre ha existido la infancia como el periodo que conocemos hoy día, durante muchos siglos los niños existían porque tenían que ayudar a los padres en el trabajo (sobre todo en el campo), los niños eran y vestían como adultos. Por otro lado, a día de hoy, muchas personas catalogan la infancia como la mejor de las etapas, lo cual lleva a invalidación de la depresión (e incluso tristeza).


Es importante distinguir depresión y tristeza, la tristeza es una emoción adaptativa y necesaria. Muy distinta de lo que es la depresión.


Sobre la depresión.

La depresión es un trastorno multicausal (puede tener muchas causas, no sólo una) que afecta principalmente a la esfera afectiva de las personas. Se puede manifestar de distinta forma en niños, adolescentes y adultos. En niños, los síntomas pueden ser más "visibles": temores, mostrando agitación, ansiedad o molestias físicas (muchos dolores inespecíficos). Por otro lado, los adolescentes suelen mostrar síntomas más conductuales, como consumo de sustancias y conductas antisociales (como el daño a uno mismo). Además, también puede darse mayor irritación ante estímulos de poca intensidad, alejamiento social de familiares y amigos y una desmejoría en las calificaciones escolares.


No hay que olvidar que la depresión es un trastorno severo, soliendo ser de larga duración e interfiriendo en todos los aspectos de la vida del menor. Incluso puede ser fuente de enfermedades físicas, más que si tuviera enfermedades crónicas como una diabetes.


Síntomas a tener en cuenta.

Al encontrarnos en un periodo vital tan expuesto a cambios, pueden ser diferentes síntomas según el menor:
















SÍNTOMAS frecuentes.


  • *Agitación.

  • *Cambios en relación al apetito.

  • *Cambios en relación al peso.

  • Cambios en la calidad y cantidad de sueño (ya sea por muchas o pocas horas de sueño).

  • Cansancio físico y mental.

  • Cambio de comportamiento (entendido que si por ejemplo el menor se ha mostrado siempre alguien extrovertido y alegre, ahora se mostraría más inseguro y menos sociable).

  • Dificultad para concentrarse.

  • Aislamiento social.

  • *Problemas de conducta.

  • Pérdida de interés o placer en actividades que antes eran placenteras (como los hobbies).

  • Llanto frecuente.

  • *Sentimientos de minusvalía (baja autoestima).

Síntomas más graves:

  • Desesperanza.

  • Conductas de autolesión (como el "cutting" que es el hecho de cortarse).

  • Hablar y/o tener presente el suicidio como una posible solución.


Depresión u... ¿otra cosa?

Los síntomas marcados con un asterisco (*) son síntomas puentes con otros trastornos. Es decir, que al igual que pueden presentarse en la depresión, lo pueden hacer en otros trastornos, a esto se le llama en la clínica: comorbilidad.

  • Trastornos de ansiedad (en la adolescencia ambos trastornos son muy comórbiles).

  • Fobia a la escuela.

  • Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).



Factores de riesgo en depresión.

Los factores de riesgo son todo aquello que aumente la probabilidad de presentar depresión.


Biológicos:

  • Genético: Si varios miembros de la familia sufren o han sufrido depresión, puede haber una predisposición en los hijos a tenerla. Esta predisposición no quiere decir que se tenga que dar, sino simplemente que puede haber más probabilidades, un ambiente seguro y rico en estímulos puede ser idóneo para que nunca se dé. La genética carga la pistola, pero el ambiente es el que dispara.

  • Sexo y edad: Antes de la pubertad no hay diferencias por sexo en cuanto a depresión, pero tras esta puede ser de 2:1 o 3:1 a favor de las chicas.

Psicológicos:

  • Orientación sexual minoritaria: Está claro que por sí sola no constituye ningún problema, pero ser homosexual (por ejemplo) en un país que está prohibido o serlo en una familia tradicional que lo castiga, puede favorecer pensamientos negativos a la persona.

  • Afectividad negativa: Es una mayor tendencia a experimentar estados emocionales aversivos (como nerviosismo, culpa, tristeza,...).

  • Temperamento: rasgos de temperamento (y personalidad) pueden ser más propicios a desarrollar una depresión, como una mayor tendencia a la ansiedad.

Familiares y personales:

  • Abuso infantil y/o malos tratos: Todo comportamiento negligente quedaría aquí recogido, como violencia física y verbal, no alimentar siempre al menor o darle apoyo a veces y a veces no.

  • Conflicto en relación familiar: Como podría ser un divorcio o conflicto directo entre los padres.

  • Acontecimientos vitales adversos: Como una falta de recursos económicos en la familia, muchos cambios sin ninguna estabilidad o muerte de ambos progenitores pueden ser ejemplo.

  • Comorbilidad: Padecer otros trastornos psicológicos puede predisponer a la depresión.

Sociales:

  • Acoso escolar (bullying): Tanto conductas de acción (violencia física y verbal, esconder material de la víctima, ...) como de omisión (mostrarle rechazo, no acercarse ni hablarle a la víctima).

  • Problemas escolares: Fruto de una mala adaptación o no poder encajar.

  • Otros: Como pudieran ser los inmigrantes, gente sin hogar, etc.

Farmacológicos:

  • Hay ciertos fármacos que pueden precipitar la depresión, como algunos antiepilépticos, anticonceptivos y analgésicos.


Cómo ayudar al menor:
  • Culpa: Enseñarle al menor qué eventos pueden ser atribuidos por él y cuales no, debido a que suelen culparse de eventos que no están bajo su control.

  • Estabilidad: Intentar por todo lo posible estructurar el espacio y tiempo de la vida del menor para que sepa qué va a encontrarse y cuándo. Las rutinas suelen ayudar.

  • Sueño: Crear un horario de sueño con una buena higiene del sueño.

  • Autoestima baja: Elogia al menor cuando haga algo bien (es imposible hacerlo todo mal, por lo que hay que saber ser consciente de los "pasos" buenos que dan). Si por el contrario ha hecho alguna tarea mal no hay que castigarlo o culparle. Es mejor usar frases del tipo: "No pasa nada, la siguiente vez lo harás mejor" que "¿Otra vez has fallado?", la primera propicia volver a intentarlo, la otra no.

  • Temores: Apoya al menor y hazle sentir comprendido, muéstrate disponible.

  • Problemas de comida: Puede ser que el menor no quiera comer muchas veces. Por eso mismo, hay que hacer todo lo posible por hacer de la hora de comer, un momento placentero. Ya sea preparando sus platos favoritos o preparándola de una forma atractiva.

  • Dificultad para concentrarse: Anima al menor a realizar las tareas en pequeños pasos, sin sobrecargarle. Un entorno tranquilo y ordenado puede ayudar.

  • Acudir a un profesional de la salud mental. No siempre podemos hacer ni saberlo todo. Por lo que, si conoces a un niño o adolescente que puede necesitar apoyo psicológico, anima a los padres a que lo lleven. Busca ayuda de forma inmediata si los síntomas de desesperanza y autolesiones son intensos.




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